Mi primer viaje a América Latina como Presidente Federal comienza con una visita de Estado a México, en correspondencia a una visita de Estado del Presidente Calderón a Alemania. Alemania dedica cada vez mayor atención a América Latina. Como buen amigo y socio confiable desde larga data, México reviste a este propósito una importancia especial para Alemania.
Los alemanes observan a México con gran cordialidad y simpatía. Nuestra excelente relación bilateral tiene sus cimientos en los estrechos lazos acrisolados a lo largo del tiempo y en los valores e intereses compartidos. A nivel mundial nos une la aspiración de establecer una cooperación internacional equitativa y leal bajo el signo de una política exterior asentada en valores. Muchos retos, desde el cambio climático hasta el orden financiero, solo se pueden resolver a escala internacional o, de lo contrario, son imposibles de resolver.
México y Alemania han sabido aprovechar con éxito las ventajas de la globalización para su cooperación bilateral. En este contexto somos conscientes de nuestra responsabilidad política con miras a superar juntos las crisis y tareas de futuro de alcance global. Así lo hacemos en el seno de los foros internacionales, tales como las Naciones Unidas o el G-20. A este propósito, México y Alemania acuerdan de manera habitual posiciones comunes en diversos ámbitos: la ya tradicional actuación de los gobiernos federales mexicano y alemán contra el avance del cambio climático es uno de tantos buenos ejemplos de nuestro estrecho trabajo conjunto en aras del multilateralismo.
Como miembros activos de las Naciones Unidas y del G-20 también nos ocupan otros retos de alcance global como son la seguridad alimentaria de la población mundial, la expansión de las fuentes de energía renovables y la prevención de crisis para los mercados financieros internacionales. Asimismo estamos unidos en la lucha contra la pobreza y las catástrofes humanitarias y en el diálogo sobre la protección universal de los derechos humanos. En el año 2012 México asumirá la presidencia del G-20, una gran tarea para la cual podrá contar con todo el apoyo de Alemania.
Sobre la base de nuestros valores comunes también enfrentamos juntos el combate contra el crimen organizado y el narcotráfico. Para poner coto al poder de los cárteles es preciso, asimismo, reducir el consumo de drogas y cortar los flujos de dinero y el aprovisionamiento de armas de estos grupos. Un Estado de Derecho no puede tolerar espacios sin ley. Simultáneamente, en el combate contra el crimen organizado y el narcotráfico debe quedar absolutamente garantizada la protección de los derechos humanos.
Nuestros dos países tienen desde hace largo tiempo un vínculo especial, alimentado por la simpatía recíproca. La piedra angular de ese vínculo fue colocada por Alexander von Humboldt, quien recorrió y exploró México en 1803 y 1804. Su periplo tuvo repercusión científica y, a la par, política. En sus diarios dejó anotado lo urgente que era, a su entender, que los países de América Latina alcanzaran su independencia. A lo largo de los dos siglos transcurridos desde entonces muchos alemanes siguieron sus pasos y se establecieron en México. Fueron muy diversos los motivos que impulsaron a aquellas personas a emigrar a un país desconocido; entre ellas había muchos artesanos o comerciantes que contribuyeron con sus habilidades a la construcción de su nueva patria.
En la década de los treinta del siglo XX México acogió generosamente a muchos alemanes que huyeron de la dictadura nacionalsocialista. Hasta el día de hoy Alemania está agradecida a México por su gesto de ayuda.
El presente de nuestras relaciones está marcado por la extraordinaria diversidad de los lazos económicos y universitarios. Lo que comenzó en 1954 en Xalostoc con la fabricación del “vocho” ha dado lugar a una tupida red de más de mil empresas alemanas, que producen en México con cerca de 130.000 empleadas y empleados y para las cuales México se ha convertido entre tanto en una localización irrenunciable. Nuestra asociación económica con México es guía y garantía de futuro y, como tal, un ejemplo especialmente exitoso de cooperación a escala global.
Junto a la interconexión industrial, en Alemania apreciamos especialmente el intercambio en el ámbito de la educación superior: existen más de 150 asociaciones de educación superior y numerosas iniciativas puestas en marcha por estudiantes universitarios y docentes en ambos países. Me alegro mucho del encuentro que voy a mantener con alumnas y alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México y quiero hacer un llamado a intensificar aún más la cooperación en proyectos de investigación y formación. En este contexto deberíamos promover la formación no solo a nivel universitario sino también en las profesiones técnicas y artesanales. La meta es proporcionar a la generación joven una buena formación para el desempeño de sus tareas y ofrecerle una perspectiva profesional más amplia. La formación y el intercambio cultural empiezan en la infancia. Los colegios alemanes de México desarrollan una labor muy importante en este terreno.
Nuestro futuro depende en gran medida de que sepamos asumir juntos los desafíos por venir. Lo decisivo, juntamente con las adhesiones políticas, es que se elaboren propuestas de solución comunes. Para ello tenemos que contar con el concurso de los sectores de la educación, la ciencia y la investigación y con una interlocución e interacción muy estrechas entre ambos países en dichos ámbitos.
Deseo que mi visita contribuya a seguir promoviendo el elevado espíritu de cooperación que anima a Alemania y México.